Ahora sólo siento que escribo mierda, y que la vida es del mismo color, marrón, no es ni rosa ni negra, exactamente está en descomposición al igual que mi imaginación, mi cultura y mi sentido común. Las palabras están muertas desde el principio, son inertes, en ningún momento ha surgido de mí una sola palabra viva y con ritmo. Mi mente no sigue el compás del mundo ni de nadie, va a contra ritmo, no llega a ninguna parte, en ella no salen ni entran ideas, es comparable a un burdel abandonado, carcomido en el tiempo, poroso, con agujeros que dejan pasar tan sólo la fría corriente y goteras de letras dispares y con poca consonancia, meros gritos, meras vocales. Escribo más que mierda.
Aquí no hay nada que ver,
nada que leer,
más que mierda de nada escrita por nadie
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