Aunque sé que no importa quien haya sido, es lo de menos, no es realmente su culpa. Que estén tranquilos, no se lo tendré en cuenta.
Lo que importa es cómo yo he llegado a tal conclusión, cómo puedo saberlo.
Lo he notado esta mañana, han sido distintas señales las que me han avisado. Como por ejemplo que no quedara leche en la nevera; o cuando al salir del piso he descubierto que faltaba el felpudo, me gustaba mucho con su "Don't Welcome" tan original; o en la calle, a pesar de estar poniendo fin al mes de abril y de haber disfrutado de mis camisetas de manga corta las últimas semanas, hacía un frío casi desgarrador, hoy Febrero ha resucitado antes de tiempo.
Otra señales son que por primera vez el profesor ha llegado puntual a clase en vez de esperar sus cinco minutos de cortesía; hoy en el Mercadona estuvieran de oferta los batidos de soja y chocolate; y la última señal y la que más me ha sorprendido de todas, ha sido que hoy no sé por qué razón han prohibido sacar libros de la biblioteca, y obviamente no he podido sacar prestado el libro que quería.
Definitivamente hoy no ha sido un día como cualquier otro, así que aunque todavía no me veo preparada para morir (dudo que alguien esté preparado para ello), acepto mi destino y que sea lo que tenga que ser.
Gracias persona que duerme plácidamente en este momento, niño sudafricano amante del fútbol, o monja de demasiada fe como para lavarse los dientes. Gracias por poner punto final sin escrúpulo a mi vida como si se tratara de una cutre historia en la que la imaginación se encuentra sin gasolina y con las ruedas pinchadas.