domingo, 25 de noviembre de 2012

Os contaré un secreto... que me enamoró


Os contaré un secreto...

Aquel que encierran sus muros,
aquel que inventó el silencio,
y que ilumina todo lo oscuro.




Pues en la noche sin testigos,
la Alhambra en su interior
constituye un sol nocturno.




Sus millones de estrellas esculpidas,
sueltan destellos a la Luna
por cada recuerdo que se perdió,
por cada deseo que se pidió,
y por cada sueño que no se cumplió.




viernes, 23 de noviembre de 2012

Eran ya horas marchitas, el cielo echaba llave al día.
La luna se hacía esperar. Las estrellas corrían frenéticas, hiperactivas.
El viento empujaba a las nubes, y estás se quejaban de su poca educación, extendiéndose en distintas formas.
No quería apartar la vista, acababan de encenderse las farolas, y la calle quedaba iluminada, aunque con algún rincón oscuro. Y el cartel de la esquina se movía cuando pasaba una corriente rápida de aire, el sonido era estremecedor. Sabía que faltaba poco para que pasara con la bicicleta. Era algo que se había hecho parte de mi rutina, ya que no puedo decidir lo que quiero soñar cada noche, pues le observaba, el cabello claro y cortito hacia atrás por acción del viento, y aquellos ojos, como si no tuviera miedo a nada. Es algo que empezó a ayudarme a dormir más rápido, me hacía sentir bien, así que no iba a dejar de hacerlo. El problema era cuando no pasaba, sobre todo los fines de semana. Antes de que llegara pensaba en que haría si de repente se caía, o se le pinchaba una rueda a su bicicleta justo delante de mí.
Siempre le veía pasar en la misma dirección, nunca en la contraria.

Miedo a seguir caminando

Pensativa, con los ojos cerrados apoyando la cabeza en la pared del pasillo, repasaba con los dedos las grietas de ésta, las cuales se extendían por toda su superficie como las raíces de un árbol o un sistema venoso recogiendo esperanzas y humedades de vuelta al corazón del lugar.
Pero a pesar de estas grietas, la casa seguía siendo segura, en cuanto a su estructura. O tal vez ni siquiera eso. Era su casa, puede que poco a poco la hubiera ido considerando la casa de otra persona, pero sabía que quien la sufría era ella, así que era su casa, aunque no quisiera, aunque lo odiara.

Ojalá pudiera colarse por una de esas grietas, para así llegar a las entrañas del edificio, los niños nunca la encontrarían, ni aunque contaran con los ojos abiertos y vigilantes, era posible que ahí es donde se fuera toda la alegría perdida, todos los juguetes, calcetines, toda la suerte...

Despertó de su trance, la lampara crujía, y alumbraba muy tenue el lugar.
Y siguió caminando por el estrecho pasillo, mirando al suelo podía distinguir las manchas que no se iban nunca al limpiar por mucho que restregara. Y en las paredes se veían las marcas de golpes, rozaduras y  pies descalzos.

Sabía que en algún momento llegaría, aunque no quisiera; siempre podía darse la vuelta y retroceder, ¿por qué no lo hacía?... Por la misma razón por la que no había abandonado aquel lugar, cobardía, resignación, aunque cada día fuera un suplicio.
Lo sabía, su propio suicidio era diario, el más sufrido, el más lento. Y ellos, pobres, tenían que verla así.
Siempre había tenido algún que otro sueño en el que se decidía a salir, pero no sola.

Finalmente llegó, la puerta, un poco polvorienta, lo sabía, lo había ido dejando, procurando acercarse lo justo cuando estaba él. Las piernas le temblaban, puede que fuera por haber caído tantas veces al suelo, por tantas patadas; y la mano antes muerta se decidió a agarrar el pomo y girarlo, con un chirriante sonido la puerta se fue abriendo. Ahí estaba, su sofá, su tele, y ahora también su cena.



domingo, 18 de noviembre de 2012

La canción


Que miles de estrellas se acerquen,
y oigan a la tierra temblar,
y a los árboles seguir su compás,
que rocen mi piel y la quemen.

La muerte llamará a mi puerta,
tocando melodías con su violín,
vistiendo mis oídos sus palabras en latín,
diciendo darme lo que yo quiera.

Las notas entrando por mis oídos,
rompiendo todo en el camino,
separando todo lo que estaba unido,
que vuelvan por donde han venido.

Mis decisiones nunca fueron acertadas,
mi cabeza siempre hablaba primero,
y mi corazón de latido efímero,
en silencio tímido y vacío callaba.

Mis latidos y pensamientos al compás,
de aquella canción del infierno,
de aquellas estrofas sin verso,
reducían el paso, pero sin parar.


La canción engrosaba al corazón,
pudiendo hacerlo estallar de repente,
pero con valentía se le unió la mente,
ambos eligieron al amor y la razón.


Mis ilusiones

Decidirme a caer no es un capricho,
que tropiece en las escaleras,
que en el camino bese las piedras,
tampoco es cosa del destino.

Ascender y no volver a bajar,
y aunque mis músculos se resientan,
y mi garganta esté reseca,
en la cima cantaré para olvidar.

Me quedaré sin respirar, sin prisas,
y que pase toda mi vida por  mi mente,
me llevaré los malos recuerdos por delante,
arrastraré los que me arranquen sonrisas.

Los árboles quedarán en silencio sepulcral
el viento comenzará su vuelo,
atemorizando a las flores en el suelo,
dándome valor para caminar.

El mundo en un baile esperanzador,
me rodeará con ánimos de un beso,
así seré la envidia de todo el cielo,
y mis ilusiones girarán alrededor.



sábado, 17 de noviembre de 2012

Érase

Érase una vez una persona que murió por un beso.
Murió sin hallar el calor en el corazón, éste ante el frío sentido finalmente cayó enfermo.
Prometió no sufrir por nadie, y así fue, el único que sufrió fue su corazón ante tanto impulso reprimido.
Con tanta tristeza camuflada, con tanto amor exprimido.
Un cúmulo de sentimientos encerrados tras una puerta que finalmente cayó abajo.
Una habitación con el anhelo de otra persona bajo su techo ya rajado.
Miles de lágrimas concentradas que nunca dejó correr libremente por sus mejillas.
Sus brazos atrofiados, sin abrazos ni caricias.
Sus labios resquebrajados y sus ojos vidriosos, en el último momento tan sólo un beso pedían.
Lo que había rechazado toda su vida.
Tan sólo quería llevarse algo de amor a la tumba, es algo que nunca olvidaría.

Hay una luz que me impresiona más

No es un capricho la soledad.
No me identifico con los que me quieren, y a los que quiero, no les importo
Tal vez algo me ciegue. ¿Hay alguien ahí?
No entiendo tanto diluvio por algo imposible, por un sueño. Supongo que será porque ya un sueño se cumplió, aunque con mi propio esfuerzo; ahora creo en que se cumpla este, un anhelo.
Apenas me conoce, apenas le conozco, apenas conocemos el mundo, pero el mundo se enamoró de nosotros.
Lo observo desde lejos... ya sabes, como la Luna al Sol. Pero sin danza tortuosa, tan solo siguiendo con los ojos y sin girar la cabeza.
Y es posible que yo ya tengo mis propias estrellas, pero hay una luz que me impresiona más, es eso lo que me ciega.


viernes, 16 de noviembre de 2012

La niña de rojo

Caminaba por aquel asfalto tortuoso, mirando hacia el frente y de vez en cuando desviando la vista hacia el suelo; pasaba gente a cada uno de mis lados, es posible que cruzara alguna mirada pero ningún rostro llamaba mi atención, como el mío propio no llamaba la atención de nadie. La luna ya tenía ganas de salir, estaba a punto de ponerse su vestido de noche con incrustaciones de diamante; así que comencé a acelerar el paso, el estrechamiento progresivo de la calle me estaba poniendo nerviosa, y mi cuerpo y mis sentidos acababan de ponerse en guardia. Había ajustado el ritmo de mis pensamientos al de mis pasos, eran demasiadas cosas en la cabeza, no conseguía entender que había sucedido, por qué ya no se dirigía a mí y por qué sentía un vacío en mis pulmones y en mi cabeza.
 Sin darme cuenta había avanzado un buen trecho sin cruzarme con ninguna otra persona en el camino, ¿dónde estaba la gente? Además, no recordaba que esa calle fuera tan estrecha, tenía el presentimiento de que en cualquier momento se iba a convertir en un callejón sin salida.
Entonces, vi a lo lejos una figura de color rojo, pequeña y tirada en la acera, no le di mayor importancia y seguí caminando; cuando estaba lo suficientemente cerca pude observar que ese color rojo tan intenso venía de un abrigo, algo usado. Bajo el abrigo se notaba un gran abultamiento, lo levanté, encontrándome con una niña de unos cinco años de edad, no sé si perdida, pero sí reconocí algo en ella, no sé el qué, tenía los ojos abiertos y me miraba fijamente con sus ojitos verdes algo enrojecidos. Le pregunté qué hacía allí, pero parecía no tener la intención de emitir algún sonido de su garganta y seguía clavando su mirada en mí, tenía un rasguño en la frente. Le volví a preguntar qué hacía sola tirada en el suelo y donde estaban sus padres, seguía sin contestar pero esta vez con cara de duda, de querer decir algo y no hacerlo.
Noté en ella algo extraño, me agaché para ayudarle a levantarse pero me rehuyó echándose hacia atrás. Juraría que la había tocado, ¿cómo había logrado escapar de mis manos?
 La temperatura había bajado y se veía en el cielo a la luna, fiel amante del cielo nocturno. La niña tan solo vestía un vestido blanco de tirantes bajo aquel abrigo que había quedado en el suelo separado de su cuerpo. Le pregunté si tenía frío, y movió la cabeza negativamente a la vez que sacudía su larga melena oscura y lisa, la cuál contrastaba con su blanca tez; era ya un paso que hubiera contestado, aunque solo fuera con un gesto tímido. No podía dejarla allí, debía recogerla y llevarla a alguna comisaría para que encontraran  a sus padres; así que, me acerqué despacio para no asustarla. Y entonces, cuando debería haberla tenido entre mis brazos, tan solo sostenía aire, no daba crédito a lo que estaba sucediendo, o más bien a lo que no había sucedido; la miré con extrañeza y confusión, puede que también con algo de miedo. De repente y para mi sorpresa la niña habló: "no puedes tocarme, nadie puede".
 Le pregunté por qué, a lo que contestó de forma rápida, "Yo soy tú". Ahora me sentía aún más confundida, como si fuera una noche en la que unos sueños se convierten en otros dejándome siempre desorientada. ¿Cómo iba a ser esa niña mi yo?, es cierto que mis ojos eran verdes y mi cabello oscuro y liso, pero yo nunca había  tenido una melena tan larga, prácticamente le cubría toda la espalda; además el verde de sus ojos era más vivo y llamativo, sus ojos escondían algo, cosa que los míos,  de un tono más apagado, nunca hubieran podido albergar. ¿Cómo puedes ser yo, si yo estoy aquí junto a ti?, preguntas como ésta tropezaban una tras otra en mi mente.
La niña volvió a hablar: "yo soy lo que un día perdiste y no quisiste volver a encontrar".  Le pregunté por qué tenía los ojos rojos y me contestó: "porque sé que has llorado". Observé con mayor atención el abrigo, tirado en el suelo, desde lejos se asemejaba a un charco de sangre. Era un abrigo demasiado grande para una niña de cinco años, me di cuenta que era exactamente igual al que yo vestía en ese momento, pero un rojo más intenso.
La respuesta a mis preguntas, bastaría con una para no sentir la necesidad de volver a preguntar.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Mírate al espejo, ahora mira tu reflejo en ese charco, en el cristal de aquel escaparate, en el espejo retrovisor de aquel coche, en las ventanillas, en la pantalla del móvil o del ordenador, en el cristal de la ventana. Ves algo diferente, que no eres tú, que hablas y no reconoces tu voz, ¿qué te habrá pasado? Ni tu propia sombra te reconoce.
Ahora mira hacia atrás, a quien te sigue, a lo que te has dejado atrás, y recuerda quién fuiste. A este paso, ¿quién serás?
A veces siento que él es glucosa, yo la sangre. Y ella la célula.

Harta de esperar

¿En serio sientes hastío?, ¿en serio no hay nada que te interese en este momento?, sé que mientes. Lo que ocurre es que te falta algo, ¿a que si?, algo que anhelas o algo que no puedes tener. Te comprendo.
¿Sabes por qué lo sé?, porque en realidad sí estás haciendo algo, estás esperando.
Deja de esperar, haz que te esperen a ti.
El problema que eso es algo que yo tampoco se hacer muy bien.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Otra versión

Día y noche, Sol y Luna,
que tus palabras fluyan,
seguiremos entre las estrellas,
y rompamos la atmósfera,
hasta que llegue la Luna llena.

Nunca nos guiamos por reglas,
déjaselo a las estaciones,
nos encontraremos frente a frente,
fundiéndonos a oscuras en un eclipse,
ya sabes que amo la noche.

En una danza infinita y dolorosa,
yo tras de ti y tú tras de mí,
sin alcanzarnos viviremos siempre,
como Sol y Luna, entre día y noche.

Me uno a los girasoles por observarte,
el viento me empuja hacia adelante,
y disuelve las nubes,
que me impiden seguirte.

Que el día no cierre,
y que por la puerta,
la Luna se cuele,
buscando a su Sol amante.

En una danza infinita y dolorosa,
yo tras de ti y tú tras de mí,
sin alcanzarnos viviremos siempre,
como Sol y Luna, entre día y noche.


sábado, 10 de noviembre de 2012

Como Sol y Luna



Día y noche, Sol y Luna, tú y yo, ¿no?, ¿o acaso no estás de acuerdo?
Que tus palabras fluyan, no pondré impedimentos a reproches, tan solo oírte sería novedad en mí, si la noche llega pues seguiremos entre las estrellas, siempre soñaré con ello aunque sepa que es imposible. Pero que no haya silencios incómodos cuando nos encontramos, que las palabras rompan la atmósfera y si puede ser también la litosfera, así sería Luna llena cada noche.

 Dejar claro cuándo salgo yo y entras tú, y cuándo sales tú y entro yo, ¿eso querías?, es pérdida de tiempo, nunca me he guiado por reglas, ese tema déjaselo a las estaciones, y si nos encontrarnos frente a frente durante unos cuantos segundos, pues dejemos que pase el tiempo entre nubes, lluvia y relámpagos, como Sol y Luna, lejos de nosotros, no nos afectan.

 No me pelearé por reinos de color o  de negrura, ya sabes que amo la noche, y yo sé que el día forma parte de ti, no me importa ir en segundo lugar si es detrás de ti. Seamos realistas, sin ti no habría día, y la palabra noche no tendría sentido, tu ausencia destruiría todo lo que nos rodea en este momento, incluso a mí; mi ausencia tan solo removería la tierra y el agua, pero no el día y la noche.

¿Sabes que deseo que llegue la noche para salir y verte antes de que te vayas?, aún sabiendo que dejarme ver todavía en el cielo azul es arriesgado. En una danza infinita y dolorosa tras de ti y tú tras de mí, y sin alcanzarnos, así viviremos siempre, pienso en ello y dejo escapar lágrimas plateadas que se esfuman en el vacío. Y cuando llega el momento me quedo alejada de ti, apenas vislumbrándote en la distancia, pensando en que puede que en algún momento te dirijas a mí como hacen los girasoles contigo; y mientras que sueño me fijo en las nubes, en el viento, en todo a tu alrededor, que intentan abrazarte y siento celos. Nunca soporté a las nubes, siempre me han impedido ver las cosas con claridad al interponerse delante de mí; el viento, sin embargo, siempre me ha dado valentía para dar un paso hacia adelante.

Mientras espero el momento, tan sólo me alimento con el calor de tu luz para brillar y dejar claro que existo, que ahí estoy, que aunque no tengo luz, soy capaz de reflejar lo más hermoso en mí.

 Ya sabes, que el día no cierre y se cuele la Luna por la puerta hoy en día ya es algo norma; que la noche no cierre y el Sol entre por la ventana siguiendo la oscuridad, siempre será algo espectacular, no dejará nunca de eclipsarme. Ese siempre será el mejor momento, tú y yo en la oscuridad frente a frente, fundiéndonos, libres en un beso.



Tu y yo, tanto al amanecer como al anochecer.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Hacia dónde

Como cuerpos ligeramente congelados, y con el esqueleto sin soldar; así caminaban, como si el camino fuera una ruta inquisitoria. Y es que parece que aunque no sabía lo que les deparaba el viaje, en algún rinconcito de mi interior  lo temía. ¿Dónde estaba el calor de un corazón en ese momento?, parecía que se había ido liberando al comienzo siendo absorbido por la atmósfera del lugar.
Mis pensamientos se iban perdiendo conforme avanzaban por los tortuosos días, unos eran devorados por fieras escondidas entre las sombras, otros tropezaban con obstáculos, otros se desintegraban como si alguien hubiera pulsado un botón de autodestrucción, algunos simplemente se desorientaban y quedaban atrás. Tan sólo quedaban a salvo los más oscuros, los más tristes.

¿Sería culpa del tiempo?, ¿del paso de las estaciones?, el invierno golpeará con puño certero y la luz se irá escapando hacia otros hemisferios. O tal vez era culpa de los recuerdos.

Y aquí estoy, a merced de mis obsesiones. ¿Seré yo quien ha creado este castigo en mi mente?



viernes, 2 de noviembre de 2012

Música para mi corazón

Dicen que no es normal que no te guste nadie, que siempre hay alguien que te gusta, que te atrae más que otras personas. No hablo de enamoramiento, aunque siempre hay casos de amor a primera vista, es tan solo temporal.
Pues yo digo que esa regla no es cierta, no tiene buenos cimientos sobre los que asentarse. Y siento que quiero querer pero no puedo, se convierte en una especie de necesidad, que haya alguien que haga bombear tu corazón con mayor velocidad en ciertos momentos. Aunque no te corresponda, tan solo seáis conocidos o hayáis hablado una sola vez. Una persona que te atraiga, que te haga sonreír, tan sólo alguien.

 (!!¡¡!)      G                   Am
En un pasado me cegué
       Dm                   Am
con su aurora y su sonrisa

con palabras y miradas
     Bb                    F
pero me equivoqué
    Bb     C          G       D
  así  olvidé.

 G(!!!¡)           D(!!¡¡!)
Ni mariposas en la barriga,
G                 D
ni palabritas prometidas,
 G                    D
no te entendía, te lo decía.
G                       D
no me entendías, me lo decías.
      G               Am
¿ Entonces tu qué sentías?
  Bb                    F
¿Por qué no lo veías?
 Bb       C      G      D
así olvidé.


G                    Am
Y pienso en esos días
G                      Am
en un rincón escondidos
Dm                Am
el corazón y la alegría
Dm                 Am
y la cabeza ya perdida.
Bb      C         G        D
así olvidé.



 G(!!!¡)           D(!!¡¡!)
Ni mariposas en la barriga,
G                 D
ni palabritas prometidas,
 G                    D
no quería besos ni caricias.
      G               Am
¿ Entonces tu qué sentías?
  Bb                    F
Nada por mí,  lo sabía.
 Bb       C      G      Em
así olvidé.


G                    Am
Ahora busco otro sol,
G                      Am
que ilumine mi día
G                       E
que arregle la melodía
G                  Bb         C
de mi mente y corazón.




 G(!!!¡)           D(!!¡¡!)
Ni mariposas en la barriga,
G                 D
ni palabritas prometidas,
 G                    D
no te entendía, tú lo decías.
G                     D
no me entendías, me lo decías.
      G               Am
¿ Entonces tu qué sentías?
  Bb                    F
¿Por qué no lo veías?
 Bb       C      G      D
así olvidé.



G                      Am
Y recuerdo la melodía
G                    Am
de confusión y  miedo
Dm                Am
acordes  que eran mi guía
Dm                     Am
su ritmo marcaba mi vida.
Bb              C      
canción de ti nacida.

Ahora busco otro sol
que ilumine mi día
que arregle esa melodía
de mi mente y mi corazón

Ahora busco otro sol 
que ilumine mi día
que arregle esa melodía
de mi mente y mi corazón




Algo bonito

No sé por qué será, cuando despiertas y sientes una especie de desorientación, sigues todavía en el mundo de los sueños... ¿Estoy despierta o sigo soñando?, esa es mi pregunta. Y no lo sé, pero para mí es uno de los mejores momentos del día.
El peor es cuando en la noche siento el cansancio de todo el día y debo dormir, y no quiero.
Algo bonito sería sonreír todo el día y en la noche dejar grabada esa sonrisa en la almohada mientras duermo. Algo aún más bonito es que los demás me devolvieran esa sonrisa.
¡Por Dios!, ¿acaso hay algo que se ha comido vuestra alma?, yo también lucho, pero tan solo compito conmigo misma, por mejorar, y no con los demás. Sonreíd, es lo mejor que hasta ahora podéis dar de vosotros mismo, todavía os queda mucho para hacer algo aún más grande.




¿ Escribo simplemente por escribir?

Desahogo en forma de un diario de sensaciones e ideas ciertamente abstractas.
Sin pretensiones de que me conozcan, ¿o miento?.
Todo es posible.
Oculto tras mis palabras, aquellas que dejo escapar desde lo más profundo de mi mente se puede hallar
No estaría mal ahogarse en un mar hecho de mis propios pensamientos, o navegarlo con un velero en un solo sentido, pero todo esto es demasiado profundo.
No puedo evitarlo.
Sobrevivo entre alegría y alegría, entre tristeza y tristeza. Como todos.
Pensamientos y sentimientos que se funden entre lágrima y sonrisa.

El resumen: Caóticamente hablando.