Sin embargo, aquella mañana sólo pude observar escombros en un intento de reunir la valentía para levantarme; presentía que no serían esos los últimos escombros de los que sería testigo, y no tenían porque ser escombros físicos, podían ser más abstractos, más psíquicos, fragmentos de los últimos valores de esta sudorosa sociedad, sucia, infectada de parásitos. No podía parar de pensar en ello, escombros y más escombros, vitales, causados por grietas de dolor y por la acción demoledora de los pisotones de las personas, sin mirar por donde caminan ni hacia donde van, y sin importarles a quienes tengan que pisar.
No sólo en un cuerpo, un organismo vivo; sino también en la vida, en la sociedad, tienen lugar procesos de autoinmunidad, reaccionamos contra nosotros mismos y pretendemos autodestruirnos.
¿No querías un bombear en tu corazón?,
¿No despreciabas tú los latidos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario