sábado, 4 de agosto de 2012

Loca Huracán 1

A veces te paras a reflexionar en si son palabras cada una de aquellas que pronuncian tus labios, o si son palabras usadas, pringosas, sudadas, como billetes hartos de ir de mano en mano. Estos pensamientos u otros similares paraban en mi mente ocasionalmente, y yo los recibía siempre com entusiasmo, digamos  que les ayudaba a hallar un respuesta práctica. Es curioso, pero es algo que me divierte. Pero bueno, como siempre, esta introducción no viene al caso concretamente, yo quería referirme a él, a eso nuestro.
 "¡Lárgate!" decía enfurecido cada vez que llenaba en exceso su mente de pensamientos que no venían a cuento con la situación; "¡Loco!, ¡loco me tienes!", era entonces cuando aprovechaba, de forma que casi parecía una violación pero con la aprobación de la víctima y la ausencia de dolor o pánico, "lo siento, ya sabes que la locura es mutua", mi frase favorita, saltaba sobre él, y el resto es fácil de imaginar. 
Otras veces era más directo, era un "¡Lárgate o bésame!, pero no te quedes ahí parada diciendo estupideces confitadas", sí, así es, confitadas, o rebozadas en miel, o incluso fritas en aceite viejo, (él tampoco se quedaba atrás en cuanto a rarezas verbales, pero sabía que me encantaba); solía obedecerle, normalmente me iba, dejándole en su agujero pasional, no consentía que nadie me dijera lo que debía hacer, y mucho menos que intentara bloquear mis reflexiones; unas pocas veces me acercaba silenciosamente, tanto que a veces quedaba entre una pared y yo, imposible de escapar, y el resto es fácil de imaginar.
Digamos que él estaba hecho para mí, pero el problema era que yo no estoy hecha para nadie. Aunque eso "nuestro", como le llamábamos, duró bastante tiempo, pero simplemente duró, hasta que llegó su final. Es difícil explicar como ese algo nuestro tan encantador pudo tener un fin, simplemente la última vez que dijo "¡Lárgate!", no le dejé decir nada más, no se cómo, pero supe en ese momento que ya era hora de decir adiós a eso "nuestro", no por aburrimiento o hastío, ni tampoco por demasiado trivial o excéntrico; simplemente había llegado el momento, fue como una señal silenciosa en mi interior, "chica, ya es el momento". Le dije "ya es el momento, adiós" y comencé a andar alejándome de él. Supo enseguida que había terminado, me gritaba "¡¿qué momento?!", y reiteraba, pero ya no había contestación por mi parte, no hacían falta más palabras. Andando a pequeños pasos con mis pequeños pies descalzos en la playa, me alejé como un ave hacia el horizonte.

Ni siquiera yo logro entenderme, pero soy así, y debo aceptarme tal y como soy, no siento dolor y ese creo que debe ser el problema.

- Te veo muy feliz, ¿por qué estás aquí entonces?
- No lo sé seguro, pero creo que es el momento, ya es hora de sufrir.
- Tienes razón en eso de que es difícil entenderte. Tal vez sea arrepentimiento por todas tus decisiones que han repercutido en otras personas.
- Tal vez, yo ahora sólo quiero sufrir, por eso estoy aquí, quiero que me ayude. O al menos que me ayude a dejar de querer sufrir. He llegado a la conclusión de que tengo un problema. ¿No dicen que el primer paso es afirmar que se tiene un problema? Pues entonces, ayúdeme. 
- Para eso estoy aquí y trabajo, en primer lugar es hallar cuál es el problema.
- Llevo tiempo pensando en ello y siempre llego a pensar que el gran problema soy yo y nada más que yo. Me dicen que soy la excentricidad hecha en persona, reboso locura hasta la suela de los zapatos, cualquiera diría que un día podré caminar flotando en el aire y me llamarán espíritu del bosque o del vecindario más bien; son estas cosas en las que siempre termino cayendo o más bien con las que siempre tropiezo para caerme, es por ello que creo que yo soy el problema.
-Tu historial dice que resbalaste en el suelo fregado en uno de tus dulces días a la edad de cuatro añitos, te golpeaste la cabeza y estuviste en coma durante mucho tiempo, tus padres se divorciaron, y en un día poco señalado, justo cuando el huracán Adele llego aterrorizando la costa, tu despertastes habiendo olvidado completamente todo hasta el lenguaje.
- Así es, lo del huracán hice que lo añadieran hace dos años en una visita rutinaria. Me quedé a vivir con mi madre, visité psicólogos y logopedas hasta hartarme y hartar a los demás sin haber ningún resultado, pero justo un año después en el mismo día recuperé el lenguaje derrepente, supe hablar perfectamente, le dije a mi madre nada más despertarme: "hoy hace muy buen día, me gustaría que me hicieras unas tostadas con mermelada de cereza para desayunar". Vi como el rostro de mi madre se ponía de distintos colores, a rayas, a cuadros, a lunares, en un mísero segundo. Después de aquello comenzó mi vida excéntrica, como si en vez de nacer hubiera muerto y resucitado. Comenzaron mis manías, mis gritos de histeria cada vez que algo no era como el divino orden de mi cabecita decía.
- Bueno, parece que vamos progresando en el origen de lo que usted padece, pero por desgracia el tiempo por hoy ha terminado, espero verle en la próxima cita a la misma hora.
- Disculpe que no le dé la mano, pero no soporto hacerlo para despedirme nunca.
- Está bien, pero el próximo día tendrá que hacerlo, si no, no habrá progreso.

Y ésta es parte de mi vida, me dicen loca, rara de narices, e incluso: "podrías escribir tu propia biblia o una tesis filosófica". Yo no es que quiera ser normal, es sólo que aunque parezca feliz no consigo sentir la felicidad, por dentro me falta algo que creo que debí perder hace muchísimo tiempo. Voy a clases de baile, de pintura, ayudo en comedores sociales, dono sangre ( y no, no es venenosa), cuido mi jardín y a  mi pez de colores, y tengo un gato, Sibarita, al que quiero mucho a pesar de sus marchas nocturnas. Cualquiera diría que soy un modelo ejemplar, intento ser mejor persona, pero estoy cansada de huir de los demás, de romper el corazón a los que me cogen un poco de afecto.

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¿ Escribo simplemente por escribir?

Desahogo en forma de un diario de sensaciones e ideas ciertamente abstractas.
Sin pretensiones de que me conozcan, ¿o miento?.
Todo es posible.
Oculto tras mis palabras, aquellas que dejo escapar desde lo más profundo de mi mente se puede hallar
No estaría mal ahogarse en un mar hecho de mis propios pensamientos, o navegarlo con un velero en un solo sentido, pero todo esto es demasiado profundo.
No puedo evitarlo.
Sobrevivo entre alegría y alegría, entre tristeza y tristeza. Como todos.
Pensamientos y sentimientos que se funden entre lágrima y sonrisa.

El resumen: Caóticamente hablando.