viernes, 23 de noviembre de 2012

Miedo a seguir caminando

Pensativa, con los ojos cerrados apoyando la cabeza en la pared del pasillo, repasaba con los dedos las grietas de ésta, las cuales se extendían por toda su superficie como las raíces de un árbol o un sistema venoso recogiendo esperanzas y humedades de vuelta al corazón del lugar.
Pero a pesar de estas grietas, la casa seguía siendo segura, en cuanto a su estructura. O tal vez ni siquiera eso. Era su casa, puede que poco a poco la hubiera ido considerando la casa de otra persona, pero sabía que quien la sufría era ella, así que era su casa, aunque no quisiera, aunque lo odiara.

Ojalá pudiera colarse por una de esas grietas, para así llegar a las entrañas del edificio, los niños nunca la encontrarían, ni aunque contaran con los ojos abiertos y vigilantes, era posible que ahí es donde se fuera toda la alegría perdida, todos los juguetes, calcetines, toda la suerte...

Despertó de su trance, la lampara crujía, y alumbraba muy tenue el lugar.
Y siguió caminando por el estrecho pasillo, mirando al suelo podía distinguir las manchas que no se iban nunca al limpiar por mucho que restregara. Y en las paredes se veían las marcas de golpes, rozaduras y  pies descalzos.

Sabía que en algún momento llegaría, aunque no quisiera; siempre podía darse la vuelta y retroceder, ¿por qué no lo hacía?... Por la misma razón por la que no había abandonado aquel lugar, cobardía, resignación, aunque cada día fuera un suplicio.
Lo sabía, su propio suicidio era diario, el más sufrido, el más lento. Y ellos, pobres, tenían que verla así.
Siempre había tenido algún que otro sueño en el que se decidía a salir, pero no sola.

Finalmente llegó, la puerta, un poco polvorienta, lo sabía, lo había ido dejando, procurando acercarse lo justo cuando estaba él. Las piernas le temblaban, puede que fuera por haber caído tantas veces al suelo, por tantas patadas; y la mano antes muerta se decidió a agarrar el pomo y girarlo, con un chirriante sonido la puerta se fue abriendo. Ahí estaba, su sofá, su tele, y ahora también su cena.



1 comentario:

¿ Escribo simplemente por escribir?

Desahogo en forma de un diario de sensaciones e ideas ciertamente abstractas.
Sin pretensiones de que me conozcan, ¿o miento?.
Todo es posible.
Oculto tras mis palabras, aquellas que dejo escapar desde lo más profundo de mi mente se puede hallar
No estaría mal ahogarse en un mar hecho de mis propios pensamientos, o navegarlo con un velero en un solo sentido, pero todo esto es demasiado profundo.
No puedo evitarlo.
Sobrevivo entre alegría y alegría, entre tristeza y tristeza. Como todos.
Pensamientos y sentimientos que se funden entre lágrima y sonrisa.

El resumen: Caóticamente hablando.