viernes, 23 de noviembre de 2012

Eran ya horas marchitas, el cielo echaba llave al día.
La luna se hacía esperar. Las estrellas corrían frenéticas, hiperactivas.
El viento empujaba a las nubes, y estás se quejaban de su poca educación, extendiéndose en distintas formas.
No quería apartar la vista, acababan de encenderse las farolas, y la calle quedaba iluminada, aunque con algún rincón oscuro. Y el cartel de la esquina se movía cuando pasaba una corriente rápida de aire, el sonido era estremecedor. Sabía que faltaba poco para que pasara con la bicicleta. Era algo que se había hecho parte de mi rutina, ya que no puedo decidir lo que quiero soñar cada noche, pues le observaba, el cabello claro y cortito hacia atrás por acción del viento, y aquellos ojos, como si no tuviera miedo a nada. Es algo que empezó a ayudarme a dormir más rápido, me hacía sentir bien, así que no iba a dejar de hacerlo. El problema era cuando no pasaba, sobre todo los fines de semana. Antes de que llegara pensaba en que haría si de repente se caía, o se le pinchaba una rueda a su bicicleta justo delante de mí.
Siempre le veía pasar en la misma dirección, nunca en la contraria.

1 comentario:

  1. Puf, me encanta de verdad *_* la idea en sí, y como fue escrito también.

    ResponderEliminar

¿ Escribo simplemente por escribir?

Desahogo en forma de un diario de sensaciones e ideas ciertamente abstractas.
Sin pretensiones de que me conozcan, ¿o miento?.
Todo es posible.
Oculto tras mis palabras, aquellas que dejo escapar desde lo más profundo de mi mente se puede hallar
No estaría mal ahogarse en un mar hecho de mis propios pensamientos, o navegarlo con un velero en un solo sentido, pero todo esto es demasiado profundo.
No puedo evitarlo.
Sobrevivo entre alegría y alegría, entre tristeza y tristeza. Como todos.
Pensamientos y sentimientos que se funden entre lágrima y sonrisa.

El resumen: Caóticamente hablando.