viernes, 16 de noviembre de 2012

La niña de rojo

Caminaba por aquel asfalto tortuoso, mirando hacia el frente y de vez en cuando desviando la vista hacia el suelo; pasaba gente a cada uno de mis lados, es posible que cruzara alguna mirada pero ningún rostro llamaba mi atención, como el mío propio no llamaba la atención de nadie. La luna ya tenía ganas de salir, estaba a punto de ponerse su vestido de noche con incrustaciones de diamante; así que comencé a acelerar el paso, el estrechamiento progresivo de la calle me estaba poniendo nerviosa, y mi cuerpo y mis sentidos acababan de ponerse en guardia. Había ajustado el ritmo de mis pensamientos al de mis pasos, eran demasiadas cosas en la cabeza, no conseguía entender que había sucedido, por qué ya no se dirigía a mí y por qué sentía un vacío en mis pulmones y en mi cabeza.
 Sin darme cuenta había avanzado un buen trecho sin cruzarme con ninguna otra persona en el camino, ¿dónde estaba la gente? Además, no recordaba que esa calle fuera tan estrecha, tenía el presentimiento de que en cualquier momento se iba a convertir en un callejón sin salida.
Entonces, vi a lo lejos una figura de color rojo, pequeña y tirada en la acera, no le di mayor importancia y seguí caminando; cuando estaba lo suficientemente cerca pude observar que ese color rojo tan intenso venía de un abrigo, algo usado. Bajo el abrigo se notaba un gran abultamiento, lo levanté, encontrándome con una niña de unos cinco años de edad, no sé si perdida, pero sí reconocí algo en ella, no sé el qué, tenía los ojos abiertos y me miraba fijamente con sus ojitos verdes algo enrojecidos. Le pregunté qué hacía allí, pero parecía no tener la intención de emitir algún sonido de su garganta y seguía clavando su mirada en mí, tenía un rasguño en la frente. Le volví a preguntar qué hacía sola tirada en el suelo y donde estaban sus padres, seguía sin contestar pero esta vez con cara de duda, de querer decir algo y no hacerlo.
Noté en ella algo extraño, me agaché para ayudarle a levantarse pero me rehuyó echándose hacia atrás. Juraría que la había tocado, ¿cómo había logrado escapar de mis manos?
 La temperatura había bajado y se veía en el cielo a la luna, fiel amante del cielo nocturno. La niña tan solo vestía un vestido blanco de tirantes bajo aquel abrigo que había quedado en el suelo separado de su cuerpo. Le pregunté si tenía frío, y movió la cabeza negativamente a la vez que sacudía su larga melena oscura y lisa, la cuál contrastaba con su blanca tez; era ya un paso que hubiera contestado, aunque solo fuera con un gesto tímido. No podía dejarla allí, debía recogerla y llevarla a alguna comisaría para que encontraran  a sus padres; así que, me acerqué despacio para no asustarla. Y entonces, cuando debería haberla tenido entre mis brazos, tan solo sostenía aire, no daba crédito a lo que estaba sucediendo, o más bien a lo que no había sucedido; la miré con extrañeza y confusión, puede que también con algo de miedo. De repente y para mi sorpresa la niña habló: "no puedes tocarme, nadie puede".
 Le pregunté por qué, a lo que contestó de forma rápida, "Yo soy tú". Ahora me sentía aún más confundida, como si fuera una noche en la que unos sueños se convierten en otros dejándome siempre desorientada. ¿Cómo iba a ser esa niña mi yo?, es cierto que mis ojos eran verdes y mi cabello oscuro y liso, pero yo nunca había  tenido una melena tan larga, prácticamente le cubría toda la espalda; además el verde de sus ojos era más vivo y llamativo, sus ojos escondían algo, cosa que los míos,  de un tono más apagado, nunca hubieran podido albergar. ¿Cómo puedes ser yo, si yo estoy aquí junto a ti?, preguntas como ésta tropezaban una tras otra en mi mente.
La niña volvió a hablar: "yo soy lo que un día perdiste y no quisiste volver a encontrar".  Le pregunté por qué tenía los ojos rojos y me contestó: "porque sé que has llorado". Observé con mayor atención el abrigo, tirado en el suelo, desde lejos se asemejaba a un charco de sangre. Era un abrigo demasiado grande para una niña de cinco años, me di cuenta que era exactamente igual al que yo vestía en ese momento, pero un rojo más intenso.
La respuesta a mis preguntas, bastaría con una para no sentir la necesidad de volver a preguntar.


1 comentario:

  1. JODER QUÉ BUENO!
    los pelos de punta, el corazón acelerado, de verdad, me he quedado sin aire *_* el final me mato..

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¿ Escribo simplemente por escribir?

Desahogo en forma de un diario de sensaciones e ideas ciertamente abstractas.
Sin pretensiones de que me conozcan, ¿o miento?.
Todo es posible.
Oculto tras mis palabras, aquellas que dejo escapar desde lo más profundo de mi mente se puede hallar
No estaría mal ahogarse en un mar hecho de mis propios pensamientos, o navegarlo con un velero en un solo sentido, pero todo esto es demasiado profundo.
No puedo evitarlo.
Sobrevivo entre alegría y alegría, entre tristeza y tristeza. Como todos.
Pensamientos y sentimientos que se funden entre lágrima y sonrisa.

El resumen: Caóticamente hablando.