¿Quién los habrá tirado?, son distintos, como antiguos, lápices desgastados, pero de colores frescos y brilantes. Como pez en el agua, muerdo el cebo, pues me pica la curiosidad de saber qué paisajes se dibujaron antes con estos colores, qué rostros, qué imaginación se desbordó en papeles y papeles.
Tan sólo observarlos me da ganas de perderme en un mundo de papel y de color.
Estoy sentada en el suelo de mi habitación, abrazando mis rodillas, y los miro, después de un día tan extraño, de pensar, de ver y de oír, y lo peor, de callar. Esta posición me relaja, cuando la tensión supera el cielo y escala más allá de las nubes, la primera solución que pongo es abrazarme al suelo, sentir la seguridad bajo mí, me relaja, me tranquiliza, me devuelve a este mundo.
Es posible teñir el mundo con nuevas ideas, nuevos descubrimientos, cada uno de un tono nuevo y diferente, contribuyendo a mantener el cableado del motor que mueve el mundo.
No estaría mal comenzar el año con nuevas ideas, nuevos retos,
considerar todo lo aprendido hasta ahora,
lo que queremos seguir aprendiendo y mejorar,
lo que queremos empezar a aprender,
tanto con nosotros mismos como con los demás.
Ser capaz de decir algo que nunca te hubieras atrevido hasta ahora,
hacer lo que siempre has tenido en mente,
dejar de esquivar lo que te hace daño y enfrentarte a ello.
Olvidar todos los fantasmas,
iniciar una nueva aventura,
un nuevo libro,
siempre llevando nuestro diario de lo que hemos sido hasta ahora.
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