domingo, 28 de abril de 2013

De Sol a Sombra

Tantas son las veces que me despierto con ganas de comerme el mundo, que dejé hace tiempo de contarlas.
Comienzo el día con grandes expectativas, igual que el Sol  que ha comenzado a escalar el cielo. Pero tan sólo con los primeros tragos de esa sustancia en la que está inmersa la sociedad, y apenas habiendo masticado el primer bocado de la mañana, me siento empachada, harta de abismos en las calles de la ciudad, a punto de echarlo todo tan rojo como los semáforos que me voy encontrando en el  camino.

No me doy apenas un respiro, y me obligo a seguir masticanco, llegando un punto en el que siento la necesidad de estrujarme la garganta para conseguir tragar. Aún así, sigo hacia adelante, aún con el peligro de que en cualquier momento me puedo atragantar e incluso morir asfixiada.

 Pasan las horas y sigo viva, me siento como una rata ante un desastre nuclear que observa como el Sol se pone iluminando de un tono rojizo la destrucción que la rodea, pero no estoy orgullosa de haber sobrevivido. Estoy mirando en el cielo como el Sol va tropezando en su bajada, corriendo para esconderse, y soy consciente de que no soy la única con el estómago lleno de tuercas y tornillos, sueltos y sin enroscar.

A pesar de que en el fin del día el camino va cuesta abajo, los semáforos siguen en el mismo lugar, y las ganas de refugiarme en un ovillo en la sombra oscura de mi habitación se incrementan, hasta el punto de que esas piernas que a lo largo de la tarde flojeaban se vuelven de repente fuertes. Pero no puedo decir lo mismo de mi equilibrio, las aceras se van estrechando progresivamente y el tráfico aumenta considerablemente. Es hora punta para la migración hacia casa, avanzamos cual aves cuyas alas se van desplumando, y van volando cada vez más bajo, como si un campo magnético en el infierno las atrayese.
Finalmente mi cuerpo da el último empujón al día, un último trago que me deja alcoholizada, sujetándome en el marco de la puerta para no caer. Todavía existe el riesgo de hundirme en el suelo piso por piso,  y arrastro mis pensamientos igual que arrastro mi cuerpo por el suelo, hasta darme cuenta de que ha terminado otro día.
Tantas son las veces que me acuesto con ganas de vomitar el mundo, que dejé hace tiempo de  contarlas.

2 comentarios:

¿ Escribo simplemente por escribir?

Desahogo en forma de un diario de sensaciones e ideas ciertamente abstractas.
Sin pretensiones de que me conozcan, ¿o miento?.
Todo es posible.
Oculto tras mis palabras, aquellas que dejo escapar desde lo más profundo de mi mente se puede hallar
No estaría mal ahogarse en un mar hecho de mis propios pensamientos, o navegarlo con un velero en un solo sentido, pero todo esto es demasiado profundo.
No puedo evitarlo.
Sobrevivo entre alegría y alegría, entre tristeza y tristeza. Como todos.
Pensamientos y sentimientos que se funden entre lágrima y sonrisa.

El resumen: Caóticamente hablando.