jueves, 5 de julio de 2012

Cerebro acartonado, corazón astillado, palabras en serrín

Mi cerebro está acartonado, no derretido, congelado, y el corazón en astillas, en espinas afiladas, con caparazón y acristalado. Pienso sin pensamiento, sin reflexión; hablo sin voz, sin corazón; escribo sin letras, sin expresión. Sólo leo, leo y leo, al borde de la ceguera, del espejismo; texto tras texto, poesía tras poesía, libro tras libro, en sangrantes tipografías, sin imagen de alegría, sin fotografía de orgullo. A veces por más que lo intento, me es imposible soportarlo, tan buenas ideas, tan ricas palabras que saboreo hasta volverlas insípidas, leo y releo, qué bueno quien escribe, qué genial creador de universos a puño y letra. Imposible es soportar no llegar ni al infierno de su creación, bajo nubes de letras sin sentido, ahí estoy yo, luchando por un orden. Quiero conseguirlo.

Pero la constancia no es mi mejor aliada, y  mucho menos la voluntad. Ahora mismo mis palabras son serrín y polvo que se van rápidamente  volando con el viento huracanado.

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¿ Escribo simplemente por escribir?

Desahogo en forma de un diario de sensaciones e ideas ciertamente abstractas.
Sin pretensiones de que me conozcan, ¿o miento?.
Todo es posible.
Oculto tras mis palabras, aquellas que dejo escapar desde lo más profundo de mi mente se puede hallar
No estaría mal ahogarse en un mar hecho de mis propios pensamientos, o navegarlo con un velero en un solo sentido, pero todo esto es demasiado profundo.
No puedo evitarlo.
Sobrevivo entre alegría y alegría, entre tristeza y tristeza. Como todos.
Pensamientos y sentimientos que se funden entre lágrima y sonrisa.

El resumen: Caóticamente hablando.