martes, 6 de marzo de 2012

Te odio, ¡te odio!, y me odio a mí misma por arrastrarme, por ser tan estúpida, tan repugnantemente imbécil, por no ser capaz de conservar algo de voluntad, por no actuar, por no decírtelo a la cara, por no vencer esta puta ansiedad, por mostrar mi parte débil, por ser débil, por aparentar ser tan fuerte, por querer sentir y no poder, por sentir y no poder ponerle freno, por no esforzarme más, por no resistirme, por no afrontar totalmente mis obligaciones, por no agüantar el dolor, por atraerlo y buscarlo a la vez, por intentar evitarlo y guardarlo en mi interior, por no ser capaz de encontrar después la llave que pueda liberarlo al exterior, por no explotar, por no llorar, por ser tan imperturbable exteriormente, por no desahogarme como es debido, por no querer, por no querer quererme, por ser querida y no apreciarlo, por apreciarlo y querer más, por odiarte.
Eso sí, nunca me odiaré por no ser sincera.

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¿ Escribo simplemente por escribir?

Desahogo en forma de un diario de sensaciones e ideas ciertamente abstractas.
Sin pretensiones de que me conozcan, ¿o miento?.
Todo es posible.
Oculto tras mis palabras, aquellas que dejo escapar desde lo más profundo de mi mente se puede hallar
No estaría mal ahogarse en un mar hecho de mis propios pensamientos, o navegarlo con un velero en un solo sentido, pero todo esto es demasiado profundo.
No puedo evitarlo.
Sobrevivo entre alegría y alegría, entre tristeza y tristeza. Como todos.
Pensamientos y sentimientos que se funden entre lágrima y sonrisa.

El resumen: Caóticamente hablando.